viernes, 22 de julio de 2016

Camino a la muerte.

Hay instantes que nunca podremos describir. Momentos en los que acabamos saturados y no encontramos ninguna razón para seguir sonriendo, incluso mirando mas allá de la satírica ironía que nos brinda la vida.
Hay momentos en los que no hay dolor físico comparable al dolor que sentimos dentro, momentos en el que dará igual cuanto gritemos, seguiremos siendo el eterno silencio.
Las palabras se quedan atragantadas en la garganta. Ya no importa cuantos ríos bañen mis mejillas, o cuantos ruidos revienten mis tímpanos, ya no importa nada mas que el hecho de querer que todo deje de importar.
El dolor es todo aquello que nos hace sentir vivos, pero también todo aquello que nos hace desear no estarlo. ¿Sabe alguien cuanto es capaz de aguantar un corazón humano? Si, horas fuera de su cuerpo, pero ¿Cuando el cuerpo vivo esta aparentemente muerto? Nadie lo sabe.
Millones de voces calladas agonizan pidiendo ayuda, suplican por una mano que nadie esta dispuesto a tender. Tantos corazones vacíos, tantas alas rotas...
Es fascinante el mundo del dolor, pero apena saber lo que han tenido que perder aquellos que lo conocen bien.
La soledad es un arte que solo puedes aprender por obligación.
Muchas almas están dispuestas a ofrecer pedazos enteros de ellos mismos con tal de ver a otros enteros, pero no puedes vivir siendo solo la mitad de tu mismo.
Buscamos aquella mitad que nos complete, sea del modo que sea. Los retazos de lo que antaño fuimos; las cenizas de lo que un día quemamos; los recuerdos de lo que un día nos hizo aprender sufriendo... Todo forma parte de nuestro interior.
Con cada lágrima que compartimos, nos hacemos mas grandes, entregamos una parte de nosotros a aquellos en los que hemos confiado, haciendo infinitas promesas a algo que escapa de nuestras manos. Al fin y al cabo no somos mas que materia, que busca la manera de desmaterializarse.
Vivimos en vano preocupándonos de evitar lo inevitable, la muerte. Nos negamos a sucumbir a los vicios que la existencia pone en nuestro camino, y no nos damos cuenta de que la mera existencia ya es el mas mortífero de todos lo vicios, y el único que no tiene desintoxicación.
Preguntemonos entonces, ¿Para que tanto esfuerzo? Si al final, la vida no es mas que una tesis. No podemos demostrar que merece la pena seguir unas normas que no hemos puesto nosotros, no podemos demoatrar que la decisiones que tomamos no están influidas por los demás. Ni siquiera el poco tiempo que vivimos, podemos decir que seamos nosotros los que estamos viviendo.
Quedan dos opciones, vivir para la vida, o vivir para la muerte. Cada uno escoge la que mas correcta le parece.

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