sábado, 18 de junio de 2016

Descartes, desastres, y vaya desastres...

La vida es injusta. Al menos eso llevan enseñandome desde que era bastante pequeña, aunque nunca había parado a pensar en lo que significaba.
Con el tiempo creces, te haces mayor y ves las cosas desde otro punto de vista. Ahora entiendo porque me decían eso. Si que es cierto que con esfuerzo y determinación conseguimos lo que de verdad queremos, pero otras veces, la esperanza no es suficiente, otras veces es la esperanza la que nos traiciona y nos brinda la desesperación.
Yo tuve esperanza. Digo tuve, porque ya no la tengo. Ya no queda nada que me asegure que vuelva a escucharle golpear la puerta de mi habitación esperando una invitación. Ya no tengo razones para esperar a que llegue, con el corazon en la mano, herido, y me pida que sea yo la que lo sane. No volveré a mirar fijamente una foto suya, porque todas desaparecieron, junto con la esperanza.
Pero siempre me quedan los recuerdos. No me equivoco ni me avergüenzo al decir que trato de huir de ellos, sé que lo hago. Pero pensar en la forma de sus labios al sonreir de medio lado, o la elocuencia al hablar; pensar en su brazo rodeándome, o en sus pupilas dilatadas de noche al mirame fijamente; recordar el sonido de su voz cada vez que pronunciaba mi nombre, haciéndome pensar que nadie podría hacerlo igual jamás, eso duele. Duele imaginarse que todo terminó de un día a otro. Duele imaginarse que no había nada que pudiese terminar, porque simplemente no había nada. Duele darse cuenta de que todas las emociones que despertaba en mí, haciendome pensar que por fin habia encontrado eso que tanto tiempo llevaba intentando encontrar, todo era producto de mi imaginación, porque sin ella no habría dado suficientes cosas por sentado como para crear esa ilusión. Si a alguien debo culpar de la crueldad de haberme arreglado el corazón para hacerlo pedazos de nuevo es a la ilusión y a la esperanza. Me deje engañar por la mas maga de todas las magias. Fui estúpida e incauta por tener el valor de adentrarme en un terreno que no conocía creyendo que podría hacerlo mío. Fui cobarde por pretender que todo iba a salir bien y alejar mi mente de la idea de que pudiese salir de una desagradable manera. Supongo que siempre preferimos aferrarnos a aquello que parece que menos nos va a doler, sin pensar que puede ser lo que duela más.
Ahora me aferro al recuerdo. ¿Me convierte eso en tonta? aferrarme al recuerdo de algo que no me hizo feliz. Supongo que si. Supongo que vivo de vastas suposiciones que nunca tendré como confirmar. Pero aún le veo, aún le miro, aún le siento cerca, porque esta cerca, pero no de la manera que antes pensaba que estaba. Está como el fantasma del pasado, como castigo por haber sido impulsiba, esa es mi tortura. Viviré con un sueño inalcanzable cruzando una puerta que siempre estará cerrada para mi. Quisé agarrar unas nubes, y cuando estuve lo suficientemente cerca se me escaparón entre los dedos, porque no son más que aire, los suspiros en una noche helada de todos aquellos que consiguen encontrar el calor, que se burlan de mi, por haber buscado donde no había absolutamente nada que encontrar.

Mi canción:

Mi imagen:


Mi frase:
'Los primeros en llegar al cielo, son los primeros en caer'

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